Me encontré tendido
en medio del me encontré tendido
cabeza abajo
haciendo como si
(me llevaste de la mano
al final de camino)
mi pecho se derrumbara.
Corté las manos,
te lo juro,
para no volver a tocar las esquinas
de los edificios;
tenía tantísimo asco de todos
que esperé a que fuera de noche
para soportarme;
ahora cuidarás de mi pureza,
y me resisto a creer
que exista nada
más importante
que creer que me extingo,
amanece,
se salpica en la hierba,
se reverencia…
(…era lícito…)
Me enseñaron que robar a un ladrón: dos ladrones,
que solo se puede desheredar a los herederos,
que solo se puede resucitar al muerto que lo pide,
que nadie se atreva
a saber más acerca de mí mismo;
te diré algo:
Cuando no quedó tiempo que malgastar,
ni bocas que coser,
alguien decidió alzar su paso
hacia la montaña más alta
en un triste deseo por toparse con la verdad;
dicen que desde su cima
observó con vanidad como se demolían
las casas de sus vecinos,
como se cegaba al irreverente,
como se enfermaba al sometido,
como una por una
las cerraduras se convertían en estacas,
como el lodo que lo cubría todo
se veía verde…
…de un verde hermoso…
y masticó hasta perder el miedo;
fumó un cigarrillo antes de dormir
propósitos para un nuevo año
mentiras y más miseria:
ojo por ojo
y la casa sin barrer
hasta que los recuerdos
se le convirtieron en cicatrices.
Renegar de todo lo aprendido
parecía una tarea sumamente sencilla,
pero perforarse las raíces
bebiendo paradojas,
revolcarse en el escaparate
de la necedad,
dejar que el odio atraviese
cada cervical
como la gota de plomo
que no conoce el peligro,
simular que se tiene la razón,
sostener cada error
como una moneda de doble hoja,
acaparar cada tara
cada codazo
cada imperfección
como un calzador para acurrucarse
dentro de su propia vergüenza…
…tampoco;
hasta que de repente
se detuvo a contemplar la distancia
de la escalera recorrida
y sintió una nausea irreversible.
A veces la nostalgia
no es más que un punto de vista;
el mundo ya no calibra peldaños,
nos gusta saltar a la comba,
deslizarnos como si fuéramos escobas huecas,
arañar como nos importara la consecuencia,
y consolarnos de cielo
como si el precio fuera justo,
el producto exquisito,
la recompensa innecesaria…
Y se vistió la mortaja de recién casada,
el tatuaje de: “aquí no se otorga”,
el aguijón de punta roma,
la excusa perfecta para no tender la mano:
“me estoy muriendo,
tengo casas mas importantes de la que preocuparme”,
y cuando todo estuvo envuelto en llamas,
sin un ápice de piel por consumir,
con los jirones de sus hermanos
enredados entre las orejas,
con el vacío perfecto
de una fruta pintada de blanco,
se atiborró de paciencia
hasta encontrar un momento adecuado
para alzar su dedo
y responder
“fui yo”
…
…
fui yo,
ahora corre.