viernes, 15 de octubre de 2010

150º

Me preguntaron ayer mi nombre

por culpa de una inclemencia del tiempo,

llovían putas y naranjas

a lo largo de los canales del río;

me preguntaron de mí

y del oscuro punto de convergencia.

Besábanse los leones

y los vencejos…

Ayer recordé mi nombre

entre el agua,

entre el paso,

entre las muchas casas que odio.

Llovían a raudales

los poemas y las baladas,

los comedores de ocas,

los ancianos dispuestos

a perderse por un roce;

me preguntaron ayer mi nombre:

- No me la vas a chupar- le grité- por mucho que me insistas...

el pequeño niño corrió horrorizado

a llorar junto a su madre,

que paseaba suavemente

bajo el frescor de la noche…

y no volvieron a preguntarme mi nombre;

y recogiendo mi cuaderno

volví a casa,

a nuestra casa,

a olfatear tu espalda

en alguno de esos,

tus infinitos sueños,

a los que nunca me invitas.


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