Yo no soy lo que tu carne necesita:
leído , colmado, expulsado
un viajero retorcido,
un perro vertical,
una alfombra comestible,
un hipócrita plegable.
Yo no tengo dientes ni ventajas
ni anécdotas hermosas,
ni paradojas,
ni timbre de voz;
yo he nacido en lo alto un olmo
y he crecido trenzando telarañas
hasta tener la edad suficiente
para saltar de la rama y ahorcarme.
Yo no debería de estar aquí,
ni deberías amarme;
algo ha salido mal…
Yo no soy para ti, ni para nadie
no soy imperfecto,
no soy invisible,
me quejo del clima
y las rodillas me sangran
con el roce del aire,
apenas llego a dos metros escupiendo,
carezco de carácter suficiente para ser adulado,
carezco de memoria suficiente para ser recordado,
carezco de carencias suficientes para darte pena.
Deberías recoger tus delirios
y llevarlos a otra casa
con más nieve en las ventanas,
meter tu ropa de papel en un saco
y huir de aquí
en busca de otra iglesia,
hacer tu vida más sencilla
arrojándome por encima de tu hombro
como una piedra
y no mirarme, no volver a mirarme nunca…
La otra mitad de mí,
la que te ama y nos cree invencibles,
continua haciéndose la sorda a mis consejos
y abre más aun las piernas
mientras nos comes la polla,
y te sujeta de la nuca
aunque nunca sea necesario.
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