viernes, 15 de octubre de 2010

HOMERO

No me perderé 


no me perderá,


encima de mi nariz

la sabana colapsa.


Cuando no pensaba ni sabía del mundo 


los pecados tenían forma de pastel

y los colores se derretían sobre las moscas;


y ahora paseo lleno de nostalgia

por una calle llena de cuerdas;


algunas ni siquiera saben lo que sostienen

otras son capaces de atravesar el cuello

o las espinillas

con una caricia parecida a un reproche.


Estúpido papel secante,


¿darte la mano o robarte la cartera?


me has dejado toda la tarde esperando

sentado

en una mecedora sin raíces.

La vida mastica,


la vida persigue,


la vida somete...


Con qué facilidad se quitan las ganas de hacer cosas,


con qué dificultad se sostienen las esquinas

cuando no hay permisos que quebrar,


(sin punto de apoyo)


cuánto me costó entender

que debo bailar sobre las mesas

y no sobre los paraguas,


cuántas clases de geometría desperdiciadas,


cuántas lecciones de física perdidas

cuando nos escondíamos en los servicios

y nos tocábamos los ombligos

y enrojecían nuestras orejas.


Soy un cojo orgulloso,


si no voy a caminar contigo

prefiero quedarme en casa durmiendo,


no por miedo a las astillas,


sino porque de algún modo

consigues hacerme olvidar

que llevo 32 años cansado.


La vida retuerce,


la vida,

la ida,


la vuelta sin vuelta,


todo lo que nos permitimos olvidar 


acabará por separarnos del resto;


llámalo "lujo"


llámalo "castigo",


qué más da, la vida...


la vida no rima con nada

ahí está la gracia.

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