Sé mi cómplice,
apuéstame las piedras,
reviéntame las bocas…
los ancianos ancianean
los adolescentes adolecen,
las musas musitan…
me aburro,
dejadme en paz;
Yo tenia una casa por aquí
estoy seguro
detrás de esa pierna.
Me pase dieciocho meses llorando,
desorientado ante semejante desperdicio
y nadie, nadie oso llevarme la contraria;
fueron tiempos atrevidos
en los que hacía cabriolas con los dedos
y contaba caracteres sobre un libro infantil
y aprendía que el ser humano
es libre y generoso;
discutía sobre el horizonte
sobre la culpa, la fricción
la química;
bebía como si comiera
comía como si bebiera
me alimentaba de memorias y almanaques
hasta que un buen día
sin venir a qué
me toqué la polla con ambas manos,
y crecí.
Las cosas cambian de color
con la velocidad de un prisma
y hasta lo menos elástico
se ensancha como un ala de gaviota.
Hoy soy un hombre de provecho,
trabajo en el comercio que no existe
y los fines de semana voy al cine
a ver películas que no se proyectan,
adoro pasear por el jardín del palacio que ya no tengo
y jugar a disparar a los vecinos
con la ballesta que nunca me compré;
perseguirte por las calles
como un desconocido
y balancearme cuando nos follamos
como si fuera la primera de las veces.
Así, sin más,
recuerdo lo que haré,
los viajes, las fotografías,
las novelas, los sábados en bicicleta,
los asesinatos…
Se mi cómplice,
apostemos las piedras,
reventemos las bocas.
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