viernes, 15 de octubre de 2010

ALEVOSÍA

Sé mi cómplice,

apuéstame las piedras,

reviéntame las bocas…

los ancianos ancianean

los adolescentes adolecen,

las musas musitan…

me aburro,

dejadme en paz;

Yo tenia una casa por aquí

estoy seguro

detrás de esa pierna.

Me pase dieciocho meses llorando,

desorientado ante semejante desperdicio

y nadie, nadie oso llevarme la contraria;

fueron tiempos atrevidos

en los que hacía cabriolas con los dedos

y contaba caracteres sobre un libro infantil

y aprendía que el ser humano

es libre y generoso;

discutía sobre el horizonte

sobre la culpa, la fricción

la química;

bebía como si comiera

comía como si bebiera

me alimentaba de memorias y almanaques

hasta que un buen día

sin venir a qué

me toqué la polla con ambas manos,

y crecí.

Las cosas cambian de color

con la velocidad de un prisma

y hasta lo menos elástico

se ensancha como un ala de gaviota.

Hoy soy un hombre de provecho,

trabajo en el comercio que no existe

y los fines de semana voy al cine

a ver películas que no se proyectan,

adoro pasear por el jardín del palacio que ya no tengo

y jugar a disparar a los vecinos

con la ballesta que nunca me compré;

perseguirte por las calles

como un desconocido

y balancearme cuando nos follamos

como si fuera la primera de las veces.

Así, sin más,

recuerdo lo que haré,

los viajes, las fotografías,

las novelas, los sábados en bicicleta,

los asesinatos…

Se mi cómplice,

apostemos las piedras,

reventemos las bocas.

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