Acaso has visto alguna vez
algo más bello que esto...
misticismo inoportuno,
barranco,
barranco.
Acaso juegas a ser perfecto,
más perfecto que aquello que vemos,
mas que esto que tocamos...
barranco,
barranco de gatos exprimidos,
espiritualidad deshonesta,
maldición de maldiciones.
Fíjate,
¿no es hermoso?...
Marcho en un avión,
nadie viene a despedirme;
me deslizo entre lo añorado,
la nube,
las ratas que parecen pulgas,
las personas que parecen ratas,
las pulgas que no existen,
el todo es minúsculo.
Marcho en un tren,
nadie viene a despedirme;
los andenes parecen eternos
de tanta voz que no me pertenece,
de tanto calambre,
tanto vacío;
el camino es inútil
y lánguido,
permanezco en una ruta
que no he inventado siquiera,
barrancos,
barrancos como cerdos
revolcados en la tierra.
Marcho en autocar,
nadie viene a despedirme,
empiezo a creer
que no tengo sensibilidad
en alguna de mis piernas.
Marcho en burro,
nadie,
nadie tiene cojones
de venir a despedirme;
las montañas son narices,
gigantes muertos,
cadáveres que pasan desapercibidos
para todos estos ineptos;
ojala tuviera tiempo,
ganas,
dinero...
entonces iría personalmente
de una cabeza a otra
a besar sus frentes,
a darles las gracias
por educarme con sabia cizaña;
pero soy pequeño,
pequeño como un continente
lleno de conejos,
y por eso no voy a pie,
y por eso nadie viene a despedirme
de un tramo al otro,
de una orilla a la otra,
de un adoquín a un bolardo...
Cuando mis codos sean como las mandarinas
y se pueda plantar trigo en mi espalda,
llevaré de la mano
a mi hijo al vertedero,
pero cualquier camino que tome
será para siempre inconveniente;
así que sólo nos queda
disfrutar del paisaje de niños
esnifando pegamento
e imaginar que son seres
que vaticinan el juicio...
que nos regalan perfume...
que danzan...
Acaso has visto alguna vez
algo más bello que esto...
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