Todo se me olvida,
todo desafina
en veintisiete años de distancia,
en las palabras de un preludio
que sumando hubiere
si quisieres consentido.
Todo se me olvida,
y excitado repentinamente
por un crucifijo abandonado
trato de recordar
si el trabajo nos haría libres
o si el ocio nos arrastra;
recordar
que pongo más felicidad de la cuenta
sobre la mesa de un extraño
que sobre mi propio cultivo,
recordar que jugar me divierte.
A, B, tendremos un escondite
bajo la colcha tejida;
C, D, tengo frascos repletos de hormigas
donde la miel ya no sabe a nada;
E, F, no quedaran casi mentiras
que reconocerte...
y así,
como si no pudiera respirar
te cantaría
las palabras del preludio
que sumando hubiere,
y si quisieres, te cantaría
las palabras de un preludio...
Si me cruzo otro día por la calle
y no te reconozco,
no me odies,
porque yo ya no te odio…
(a mí todo se me olvida)
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