Ahora paso de largo avergonzado
por cada una de las conclusiones
a las que no llegue a tiempo…
(aquella montaña me está señalando, no me gusta)
Voy a tu encuentro por fin,
hace frío o algo;
y ni siquiera tú sabes si me esperas.
La ultima vez
que recuerdo haber comido hasta reventar
llevaba puesta la misma camisa de ese escaparate,
parecía una mortaja
en los cimientos de alguna catedral silenciosa,
revolcado en la ansiedad de no tenerte…
El color de esas fachadas
se parece al de tus ojos,
aunque no tengan nada que ver
y ni siquiera haya fachada, ni edificio, ni color.
Ya no sabría distinguir
lo que me apetece de lo que necesito
lo que deseo de lo que comprendo
diferenciar “prisa”
de “instinto”
Voy a tu encuentro por fin,
y una torre de ventanas alargadas
parece que ha brotado
en medio de esta llanura de cristales
con el único propósito de advertirme:
“cuidado con lo que dices al entrar por esa puerta,
estúpido ignorante,
no te vaya a pasar
lo que al ultimo”
En mi viaje no hay dragones,
ni armas blancas,
ni siquiera paralelos
con los que jugar a la comba,
sólo un insulso paseo lleno de grietas;
entre las nubes imagino tu rostro
al recibirme
desfigurado a besos y martillazos,
tras cada matorral imagino
peligros y urinarios,
excusas, evidencias de mi debilidad,
excusas para no llegar nunca.
Y acelero,
y los adoquines se convierten en acantilados,
y las vallas en espejos,
y mi pelo en un remolino
lleno de preguntas,
lleno de entereza
voy a tu encuentro por fin,
y no me importan los transeúntes señalándome
cono si mi danza fuera la de un borracho
y mis canciones las de una acuarela marchita,
ni me importan los vertederos ,
ni los cines recubiertos de neón y acero
ni la menta artificial de las áreas de descanso,
ni el repetitivo color de las mismas señales de desvío
ni la majestuosidad de esa torre de ventanas alargadas…
…mierda, estoy conduciendo en círculos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario