viernes, 15 de octubre de 2010

EDEN

No

yo no tengo la culpa de tu hambre

ni de tu frío

jamás viajaría tan legos para hacerte daño

jamás me tomaría tantísimas molestias

para joder la vida de nadie,

jamás pensaría

que ni por asomo mi ruta pudiera

con un único punto

construir parábolas tan puntiagudas…

me temo que te han engañado.

Hace siglos alguien hablaría de su vida

en el nombre de la mía

en el nombre de la de todos

y te pidió perdón sin tapujos;

(te juro que no le conozco de nada)

Todas las mañanas dejo correr

el agua del grifo sobre mi pecho

y todas las mañanas me recuerdan

el precio de ser evolucionado:

he sangrado para alimentarme,

he sudado para no quedarme ciego por las noches,

he vivido para complacer a los propietarios de la tierra,

pero me temo que ya no me interesan sus informes,

ni sus peonzas, ni sus prisas,

sé muy bien lo que no me pertenece

y a lo que tengo derecho:

tengo derecho a malgastar,

a odiarme,

a comer hasta vomitar,

a perderme dentro del humo,

a tirar objetos brillantes por la ventana

a romper lo que no deseo

a fingir

a renegar

a rechazarte,

tengo razones para afirmar

no haber robado nada de nadie

ni haber contribuido a su miseria,

porque yo, insignificante yo, no merezco tanta consideración

ni consiento que el primero de los listos

se atreva ha levantar sus blancas manos por mí

y sumarme a una suma ficticia

que no me corresponde;

es mi céntimo,

un céntimo,

un simple pedazo de cobre

pagado a precio de oro.

Así que buscaos a otro que se trague la pena universal,

que se trague el pecado original,

que se afecte al ver esos cuerpos cubiertos de lascas

y esas montañas en llamas,

ni me vais a convencer, ni ha hacerme creer que puedo cambiar el mundo

comprando un bolígrafo,

firmando una gaceta,

visitando un vertedero…

Lo siento de veras, pequeño,

si en mi mano estuviera

si yo fuera el culpable, y no una mera distracción

haría lo posible por no mirarte a los ojos,

pero me temo que una vez más

alguien ha vuelto a engañarte,

posiblemente,

alguno,

que te haya alimentado,

y que tenga la culpa de tu hambre.


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