viernes, 15 de octubre de 2010

3'5

Plata,

atraviesa mi estomago lleno de ulceras;

mañana haré lo que no te dije

e iré como distraído

a chocarme con los árboles

hasta provocarte

la más absurda de las lástimas.

Plata,

cuchara de plata, empaste de plata, sortija de plata...

seria tan perfecto huir de aquí

con las maletas llenas de ombligos,

con el ombligo lleno de maletas;

atravesar mi estomago

de este a oeste,

viajando por la ulcera

de las ciudades de nombres impronunciables

de las calles impronunciables,

de los laberintos llenos de parásitos

que revuelven la basura del restaurante

donde almuerzan las matronas

y cenan los abogados,

donde desayuno antes de ir a ejecutar mi destino...

Plata,

de entre todos los metales

el único verdadero,

el sopor verdadero;

sería perfecto ser de plata,

y recostarme en el regazo

de una grandiosa subasta

de arte corrupto;

sentir por una vez

como se me desnuda con pleitesía,

como se me devora,

como se saliva sobre mi sexo.

Sostengo una promesa de plomo

en mis dedos,

acaricio una promesa de plomo

bajo la luz de las arañas;

resulta curioso descubrir

que su reflejo desvaído

parece de plata

cuando me cierras los ojos...


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