viernes, 15 de octubre de 2010

280º

Haces calor

inhumano y pegajoso,

calor de hambre en Siberia,

de odio en oriente;

hace que no tomo

una droga que me excite

tanto como beber

de tu nombre;

tanto como dolerme a voces

los dientes molidos

o refregar

cualquiera de mis cinco piernas

en la parada obligatoria

entre mi casa y la tuya…

Haces calor,

y noviembre no te había dejado más frío

que excusara tener que tocarme,

sino un sublime

rubor

de delirio

en la plaza del pueblo,

en el lugar de donde nunca seríamos

capaces de huir,

como si la humedad

se hubiera herido,

como un aldabón

tirado por moscas,

como una sirena

chillona e impertinente…

Pero pronto iremos al mar

a morir como hombres,

desnudos,

apretados,

despojados de todo carácter

y de todo trayecto

pronto,

porque si no,

el cauce de alguna presa

se desbordará para arrollarnos

en el momento en que bajemos la guardia…

Haces calor,

frenético y torcido,

calor de cuchilla afilada,

de pedir perdón,

de “ya te lo advertí”…

pero de noche refresca

a palos y martillos

y todo tu discurso

me entra por un oído

y me sale por el otro

y me quedo como un bobo pintando nieve

y salto de tejado en tejado

y me cuelo en tu vientre

y descanso.

Haces calor…mi niño

hazme el calor.


No hay comentarios:

Publicar un comentario