viernes, 15 de octubre de 2010

PLEXIGLÁS

Me retuerzo en un asiento

pequeño

pequeño,

nos retorcemos como trozos

de melocotón

en una compota.

Parece mentira

que

aun

deba de pedirte permiso para ser,

(para darte...)

llegar a ser útil

movido por el instinto.

Me dispongo a abandonar el cosmos:

llevo cinco maletas

repletas de tus cosas.

Hasta aquí llego,

no puedo más, no se me deja más, no se me permite

más,

hasta aquí se me otorga;

no puedo clavarte mas mi espada

ni golpearte con mas fuerza,

resoplas moribundo en un charco de sangre

y no puedo rematarte.

Intenté por todos los medios

convertirme en perfecto,

pero hasta aquí llego,

no puedo más allá,

no llego más allá,

soy sencillo, simple, miserable, mediocre...

mi limitación me impide condenarte.

La canción decía:

“Me retuerzo en un asiento, pequeño pequeño;

juntábamos los días con los días

para parecer cotidianos,

las noches con las noches

para parecer aventureros...”

(Esto no da para más, mi vida, comienza a comprenderlo)


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