viernes, 15 de octubre de 2010

TALADRO

He tardado en encontrar lo que era mío,

el día en que aprendí a morir me sentí desperdiciado

(aquella película era buena…muy buena)

Vivo bebo

gateo escalera puerta mar cortina

menudos efectos especiales.

Me incorporé por la mañana

sabana picaporte

noticiario

buenos días planeta

y no respiraba

ni latía

ni Australia

ni nada.

El día en que aprendí a morir

el teléfono se descolgaba solo

y la luz que entraba por la ventana

…olía

Jamás habrá nada más hermoso

que el sonido de tu tos al despertarte,

que el quejido de mis muslos al nombrarte,

que el café y la orina

derretidos sobre el suelo,

tu y yo

la bóveda celeste,

las adicciones ,

lo perverso,

el intercambio.

Por fin, ya iba siendo hora,

he aprendido a hacerme agujeros

con la punta de mi antojo

y ha rebuscar como una partícula de “¿cuándo?”

la médula de mi fruta,

rascando en la desesperación

de traer a tu puerta

el gran regalo de aniversario.

Me incorporé por la mañana

espalda beso

axila comedor

y comencé a reír como un idiota

mirando la lámpara,

mirando tus ojos entreabiertos,

tu preguntas.

(He aprendido tanto desde aquella película…)

Acabo de hacerme un agujero nuevo

con la punta de mi antojo

justo en la sien derecha:

fóllatelo,

ahora.

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