He tardado en encontrar lo que era mío,
el día en que aprendí a morir me sentí desperdiciado
(aquella película era buena…muy buena)
Vivo bebo
gateo escalera puerta mar cortina
menudos efectos especiales.
Me incorporé por la mañana
sabana picaporte
noticiario
buenos días planeta
y no respiraba
ni latía
ni Australia
ni nada.
El día en que aprendí a morir
el teléfono se descolgaba solo
y la luz que entraba por la ventana
…olía
Jamás habrá nada más hermoso
que el sonido de tu tos al despertarte,
que el quejido de mis muslos al nombrarte,
que el café y la orina
derretidos sobre el suelo,
tu y yo
la bóveda celeste,
las adicciones ,
lo perverso,
el intercambio.
Por fin, ya iba siendo hora,
he aprendido a hacerme agujeros
con la punta de mi antojo
y ha rebuscar como una partícula de “¿cuándo?”
la médula de mi fruta,
rascando en la desesperación
de traer a tu puerta
el gran regalo de aniversario.
Me incorporé por la mañana
espalda beso
axila comedor
y comencé a reír como un idiota
mirando la lámpara,
mirando tus ojos entreabiertos,
tu preguntas.
(He aprendido tanto desde aquella película…)
Acabo de hacerme un agujero nuevo
con la punta de mi antojo
justo en la sien derecha:
fóllatelo,
ahora.
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