Si tú no sé
y yo de más
por qué no cuándo cuándo,
si yo también
y tú jamás
por qué no cuánto cuánto,
si yo pedí...
y las palabras se me quedaron
en casa
la misma noche en que debía de conquistarte
con toda una retahíla de sintagmas:
y yo, creo que, que creo que que, que creo, que yo, que tú,
tú, a mi,
a mi,
de veras…
Algo de lo que nunca dije hizo que me tocaras
y a la mañana siguiente
podía pedir sin miedo
(placer, invita la casa)
y me llamabas por mi nombre
y te llamaba por el mío
y no existían diferencias
entre el verbo "querer"
y "almorzar",
y balanceábamos la nariz por el suelo
buscando un rincón donde acomodarnos,
y me orinabas la espalda
y te lamia las costillas
y me pegaba a tu pie.
Si ya no sé
y tú parar
y jugueteo con la suerte
hasta hacerla vomitar
encima de mis abrazos
y más de ayer
y no pasar
y pierdo por completo las pocas nociones
que tenia del universo,
y ya no cuándo cuándo
y ya no cuánto cuánto
y arriba
muy arriba,
arriba...
sí, vayámonos arriba,
por qué no.
No hay comentarios:
Publicar un comentario