Estiraba mi pie y te rozaba,
como tantos otros habrían dicho,
o las manos,
o los ojos;
levantaba mi nariz
y te escuchaba
contar manantiales
con los dedos muertos,
reduciendo a cenizas
las dudas implacables.
Desdoblaba mi pelvis
y hacia por follarte
entre tanto sonido,
rumor,
o dolencia de nadie;
revolvía mi nuez
y te besaba,
dormías placidamente
como un reloj de almendra…
…¿y que más?,¿y qué más?, dime más…
Soñé que perdí mis arras
en el bosque sintético
de tu ausencia,
perdí,
como un niño con adoquines nuevos,
todo lo que creía mío;
y al regresar aterrorizado
sabiendo que no estabas,
pude creer que me amabas,
que volvías a ser nuevo:
y dando gracias a todo,
a tí,
al viento
y a mi mismo,
estiraba mi pie
y te rozaba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario