Como un extraño tipo de asno
que se masturba mirando manzanas
caer,
permaneceré arrodillado frente a mi puerta
encadenado al quicio;
Volverán en mitad del día
y delante de todos
me molerán a latigazos,
o pasaran de largo con demasía
hasta hacerme llorar
asfixiado
de la desgracia que acabo de inventarme.
Qué sé yo…
abrir latas de conserva
con la mano izquierda
parece una tarea sencilla
comparada con escoger
las palabras adecuadas para caer mal.
Tal vez dentro de unos años
con el dinero suficiente
conseguiré convertir el oro en arena
las noches en andrajos
los nudos en pistas de aterrizaje.
Las moscas ya no me saludan,
las esquinas se has puesto tacones,
mis pasos parecen no mutar
el lenguaje de las cosas
que nunca me hablan.
Y como un extraño
le reprocho al sofá
y le cuento lo mucho que deseo maltratarlo,
y más cosas,
y no siento la espalda
y tengo sueño
y no me importa que sean todavía las ocho;
Y miro por una grieta de la cortina
que no conocía
y pienso que fuera
todos desean lo mismo que yo,
detenerse,
dejar de hacerse preguntas,
dejar de amar;
y después de tomarme el pulso
y girar el cuello como una galaxia
muerta,
reconozco que todo esto podría suceder,
una y otra vez,
en esas ocasiones
en las que premeditadamente,
como un estúpido asno,
decido no llamarte
para tomar algo
o ir al cine.
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