viernes, 15 de octubre de 2010

DOMÉSTICA

Nunca meteré mis dedos en la licuadora,

desde niño sé que es peligroso;

nunca gatearé por unas escaleras,

a la cuarta caída aprendí que es inútil.

Jamás usaré el jabón en vez de las cerillas,

jamás beberé desengrasante.

Bajo ningún concepto

trataré de descubrir

si es más fácil enroscar

una bombilla

con la oreja izquierda o la derecha…

Si acaso

usaré tus cuchillas

hasta destrozarme la cara

y asumir el tiempo

que llevan oxidadas,

lavaré tu ropa interior aunque nunca se ensucie,

encenderé velas

y fingiré apagones en

los que me masturbas,

utilizaré el lavabo de abrevadero

y el lavavajillas de urinario

hasta que el hedor

y el desorden

me abofeteen y me despierte.

( Te juro que lo intento

pero por más que me muerdo las uñas

no consigo comerme los dedos,

el instinto me frena.)


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